Un conjunto de cuatro soberbios edificios de piedra
El Renacimiento estaba en pleno auge cuando la familia de hidalgos Castro decidió construir esta gran casona de dos plantas. Es conocida como la Casa Señorial de Portas. Sus 370 m2 de superficie, incluían cuadras, caballerizas y pajar en la planta baja. Se situaban a uno y otro lado del original patio cubierto de acceso a la vivienda. Y en la planta superior, “estaba la cocina, habitaciones, salón, y demás dependencias propias de su rango y categoría.” Hoy, sus muros y cubierta están prácticamente intactos, así como la viguería de madera. La casa noble y su escudo de armas esperan para que sus nuevos propietarios configuren la estructura que deseen.
Unos doscientos años más tarde, la familia decidió construir una casa nueva dentro de la propiedad. Concretamente, en 1841, como figura en el dintel de la puerta principal. Debían ser buenos tiempos: esta Casa Nova es aún más grande: 560 m2 de superficie, en dos plantas. Todavía su estructura es sólida, pero necesita reformas que ya han empezado a acometerse. Describir su interior con su multitud de salas, dormitorios, estancias… sería demasiado extenso para este espacio.
Y por último, pero no menos importante, el molino. Un molino harinero sobre el Río Azúmara que conserva intacta toda la maquinaria, limpia y ordenada. Sus 80 m2 de superficie contienen detalles tan atractivos como las ventanas de cristal en el suelo. A través de ellas puede verse no solo la maquinaria medio sumergida en el cauce, sino las bravas truchas oscuras del Azúmara. Pero es seguro que este molino fue muy activo en sus tiempos de esplendor. Lo demuestra la magnífica casa anexa al molino, construida en el mismo estilo que este. Sus 140 m2 de superficie, en perfectas condiciones, forman una excelente vivienda. Tiene dos amplísimos dormitorios y dos cuartos de baño. Una hermosa cocina con horno de piedra y una sala de estar con chimenea.
En conjunto, todas las edificaciones suman una superficie de 1.150 m2 construidos.